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Al calor de Di María para seguir enlazando

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Thomas Tuchel está demostrando en París una sensibilidad innata para orientar el talento, inmenso, galáctico, del que dispone en el proyecto PSG. En su segunda temporada, más que un sello personal, mucho más difícil de impregnar cuando manipulas una plantilla tan plagada de talento individual excepcional, su misión se está circunscribiendo en simplificar a sus talentos más potentes y adoctrinar con mano izquierda las virtudes de sus más secundarios. En ésta su segunda campaña, el técnico alemán se está valiendo de dos piezas concretas para dar continuidad a algunas ideas que lanzó el año pasado cuando llegó a la capital francesa.

Thomas Tuchel ha encontrado en Ángel Di María el perfecto intérprete del contragolpe

En su aterrizaje, el ex del Dortmund le entregó el equipo a Neymar Jr. como hombre con absoluta libertad, concediéndole rango de hombre-sistema. El brasileño ya no arrancaba desde la banda sino que se ubicaba en el carril central como ’10’, por detrás de los puntas y por delante de los centrocampistas, un armazón táctico que con su baja durante muchos partidos esta temporada ha tenido en Ángel Di María en el heredero de la idea. En lo que está insistiendo mucho Tuchel es que el sistema encuentre siempre un elemento de enlace para que el PSG sea absolutamente demoledor cuando el rival le abra espacios, le presione arriba o la pierda en campo contrario. Para contragolpear siempre se necesita una lanzadera y en un 4-3-3 como el que está dibujando el germano, alguien tiene que salir de posición para colocarse entre líneas, girarse y volcar la carga hacia el infinito Mbappé.

La diferencia es que el ‘9’ esta temporada es Mauro Icardi, un jugador que nunca viene al poyo para construir y pausar el contragolpe con el que dibujar el escalón necesario en todas estas galopadas, lo que obliga a que una de los dos extremos escape de la banda, se libere de su marca y caiga a la zona del pivote rival para recibir del primer lanzador -Marquinhos o Verratti- y que en mismo timing, Mbappé e Icardi, a los lados de los centrales, comiencen a arrancar para ofrecerle a Di María una autopista sin límite de velocidad. De este modo, sin tanta elaboración y como quedó comprobado, por ejemplo, ante el Olympique de Marsella de André Villas-Boas, el PSG está contragolpeando de manera maravillosa.

Marquinhos está creando espacios para sus compañeros a pesar de ser mediocentro

Son esos sencillos movimientos, con los que Tuchel se garantiza un hombre entre líneas partiendo de un 4-3-3 flexible, lo que está haciendo del PSG un equipo siempre amenazante a pesar de no disponer de su ‘9’ un apoyo en el juego ni contar con Neymar para absorber juego por detrás de los puntas. El estado de forma de Di María es el gran secreto de estos primeros tres meses del PSG 2019-2020. El otro nombre, bien merece destacarse, es el de Marquinhos, quien como ‘5’ está simplificando tareas en la construcción, ofreciéndole espacio a Verratti para, con un giro y un toque ante líneas altas del rival, poder hallar al argentino en el dentro-fuera hacia el círculo central y montar la ofensiva.

Como se puede ver en la fotografía, los movimientos de Marquinhos, Di María y Mbappé reflejan los automatismos del equipo ante presión alta del rival: el brasileño abandona su posición de eje, llevándose una marca, para ofrecerle el pasillo por el que Verratti, tras giro, va a encontrar a un Di María que tres segundos antes ocupaba posición de extremo, abandonada para venir dentro, ser el enlace y lanzar a un Mbappé que ya está arrancando con un desmarque formidable, en la dirección precisa para no caer en fuera de juego y cambiar de velocidad cuando Ángel se gira y arma la pierna. Una situación muy difícil de defender a la que no llega ningún club del mundo que se tome el lujo de actuar reactivamente. En este sentido, la ventaja con la que cuenta el Real Madrid reside en su capacidad, y ahora la ha vuelto a adquirir tras lograr asentar el sistema, de marcar el ritmo del partido. A través de la personalidad de sus jugadores y de la particularidad de algunos de ellos para controlar el ritmo y desactivar los momentos en los que el PSG puede hacer saltar todo por los aires en jugadas eléctricas, Zinedine Zidane puede voltear lo visto en la ida, principalmente gracias a dos nombres, que no por ser profundamente obvios cabe desligarlos de su relevancia. Karim Benzema y Toni Kroos dominan algo tan valioso como la velocidad del juego en función y en favor de lo que necesita el Real Madrid para jugar mientras aleja al PSG del robo y la transición. Son y serán siempre los antídotos contra la velocidad.


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